domingo, 1 de diciembre de 2013

Vocaciones

Quería ser un vaquero, a lo Jonh Wayne y esquivar cada flecha de los indios sin perder el sombrero. Quería acabar con la desobediencia y las injusticias y darle un beso a la chica antes del fin. Que mi nombre apareciera en grande en los títulos de crédito y que los niños aplaudieran al encenderse las luces del cine.
Mi padre que presumía de ser brujo, sin necesidad de varita ni bola de cristal, vaticinó que mi futuro sería el de un prestigioso Abogado y que hallaría el dorado, el sustento y mi alimento en esta noble profesión.
Su augurio desconocía las tasas, la colegiación y que las togas no se venderían en el todo a cien.
Aún así es mi fan número uno y aunque se disfraza, sé que es el tipo que cada mañana me echa monedas en mi gorra cuando canto a la puerta del metro.

Este relato ha sido seleccionado por la Mutualidad de la Abogacía entre los del mes de Noviembre.  Las palabras obligadas eran "fin, vaquero, desobediencia, brujo y alimento"

5 comentarios:

  1. Excelente se me queda corto Raquel.
    Me ha gustado mucho eso de darnos las dos.caras de una.moneda y que al final haya salido canto.
    Sólo me.falta saber una.cosa, a ver si me la puedes decir porque es muy importante para mí : es feliz cantando en el metro?

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  2. La felicidad también tiene algo de vocacional y según me cuenta, en esto le puso todo el empeño.

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  3. Cruda realidad, muy bien contada.
    Un abrazo y suerte, Raquel.

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  4. Brutal, ese giro final de la historia en el que precipitas al protagonista. Estimulante, el contraste entre la precaria situación final del personaje y la adhesión incondicional de su padre. Celebro que te hayan seleccionado.

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  5. Me ha gustado esa tercera vía Raquel. Y que el empeño lo haya puesto en ser feliz, y que su padre lo haya entendido.
    Suerte.
    Un beso en la piel.

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