lunes, 21 de diciembre de 2015

Tetas

Como una anguila, me escurrí entre las piernas de mi madre al nacer. Mi extrema delgadez no le hizo ni cosquillas en el parto. Broté esmirriado, famélico, enclenque; vamos, una birria.

Los pechos de mi madre fueron mi baluarte, dos cántaros de leche inmensos que, frente a todo pronóstico, me sacaron adelante.

Nunca sabré si fueron las mamas opulentas de mi madre, las de aquella mujer que Fellini nos mostró en Amarcord, o las de la Jurado, las que como una ola de espuma blanca y rumor de caracolas, me llevaron desde párvulo a desear siempre a mi lado a una mujer de senos grandes, descomunales; un escarpado y voluptuoso paisaje donde retozar mi menudo cuerpo. 

Me casé con tres mujeres: Elisa, Felisa y Basilisa y no, no puedo decir que no fuera feliz. He amado, he reído y llorado, pero sólo ahora lo hago a mi manera. No me asusta el final a pesar de sentirlo cada vez más cerca, creo que al fin he encontrado el sendero; quizá sea por Bárbara, la nueva recepcionista del asilo, quien me aporta suficientes razones para seguir de pie, o al menos dos.




Esta es la propuesta para "Esta noche te cuento". Texto y comentarios AQUI

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