lunes, 25 de enero de 2016

Remendadora de profesión

Antoñita tiene fama, según las sucias lenguas,  de mujer de mal vivir.
A su casa acuden, almas grises, afligidas. Corazones rotos.
Lo que sus vecinos no saben, es que en esa línea estrecha que divide sus muslos, sólo apoya el acerico. Que en su pecho, sólo juguetea la cinta métrica y que sus manos son felices, cuando las tijeras cortan los hilvanes de los corazones ya reparados.
A los clientes, sólo les pide la voluntad, y a Dios, si es que existe, que uno de esos latidos, remendado o no, algún día, pase sin llamar, y decida quedarse.

Fotografía: Nuria Estalayo
Relato para la copa ENTC, segunda ronda. Podéis ver el encuentro, AQUÍ

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