viernes, 26 de agosto de 2016

ACE

Tras lanzar el Juez la moneda al aire, ella decide iniciar el partido con su servicio.  Antes de comenzar con su saque, me mira,  me sonríe, me arrebata. Pienso en decirle algo, o hacerle un gesto cómplice, pero prefiero no desconcentrarla. Es su primera final olímpica.

Bota la pelota con mimo, despacito, como si en esas caricias pudiera seducir a la esfera para ese punto.  Todo ese ritual me excita, pero es, en esa manía tan suya de mojarse los labios con la punta de su lengua, cuando mi corazón bulle. Mantiene las piernas flexionadas, una más adelantada, el tronco levemente inclinado hacia adelante, eleva los brazos, el izquierdo con la pelota y el derecho con la raqueta, en armonía hasta el impacto. Fuerte, certero, letal.

 El silencio del encuentro se rompe con su sonoro gemido que me hace estremecer. Cierro los ojos y veo su sudor golpeando mi pecho.

 Son  los aplausos los que como un jarro de agua fría me devuelven a la pista. La veo acercarse, clavar sus ojos en mí, atisbo entonces que quizá quiera la toalla, o que le pase dos pelotas.

Relato para "Esta noche te cuento" Para verlo en su página pulsad aquí

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