martes, 11 de octubre de 2016

ReflejHados

Poco antes de que los domingos fueran amargos, nos mirábamos desnudos en el espejo antes de hacer el amor. 
Tú sonreías, jugando a ruborizarte, y tus dientes tan blancos, se colaban por alguna rendija del reflejo para cosquillear mi nuca. 
Yo, que por mi parte, siempre quise ser el más fuerte, te desnudaba más allá de la ropa, como lo hacía años atrás en el instituto, tratando de ver el envés de tu piel, como si allí dentro pudiera encontrar la llave con la que ella quiso abrirte el corazón y cerrar este armario.


No hay comentarios:

Publicar un comentario