martes, 15 de noviembre de 2016

Tempestad

Espero que puedas perdonarme por llegar con la lluvia, por aferrarme a tu puerta como un gorrión recién caído del nido y hacerte pensar que necesitaba cobijo.
Llovió durante semanas, las paredes filtraron la humedad, las sábanas se mecieron con las olas y, exhaustos, fuimos incapaces de achicar más agua en nuestra piel.
Hubiera pasado así el resto de mi vida, pero salió el sol, y como otras, quisiste quebrarme las alas.
No pienses que fui ave migratoria, sólo quiero que sepas que me asustan las jaulas y adoro las tormentas.


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