martes, 20 de junio de 2017

Berlín

    Sin un beso de buenas noches, Eva toma, con la exigua calma de que dispone, una píldora de su pastillero ante la imperturbable mirada de él.  Se pregunta si su matrimonio no ha sido otra artimaña, si realmente algún día la quiso, si su corazón dejó en algún momento de ser de acero. 
    Antes de llenar un vaso de agua toma la semiautomática,  comprueba que está cargada y adivina una sonrisa bajo su bigote.     No serás capaz, masculla él con la soberbia de quien se sabe Todopoderoso.
    Ingiere la pastilla. Se deja acunar por el sonido  del exterior del bunker.
    Hoy los bombardeos parecen fuegos artificiales


2 comentarios:

  1. No sabemos con exactitud cómo fue ese final, pero para eso está la imaginación de las personas creativas.
    Un abrazo, Raquel

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  2. Tampoco me creo mucho lo que la historia nos cuenta de tal suceso, así que ¿por qué no imaginarnos otro final?
    Gracias por venir, Ángel

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