viernes, 27 de octubre de 2017

Vincent y Paul

     Así como los girasoles buscan el sol, mi vida fue siempre un escudriñar la luz a cualquier hora y atiborrarme de colores hasta saciar mi hambre cromático.
     Por cinco francos diarios y miles de sudores para pagarlos, alquilé una modesta habitación en Arlés, ideal para mirar las estrellas y curar mis males. Los pinceles brotaban en mi cabeza y los trazos parecían tener vida propia, algo que nunca me preocupó tanto como a mis perturbados psiquiatras.
     Para restar soledades y sumar matices, compartí estudio con Paul. Acababa de volver de Tahití y en un yo te retrato a ti, tu a mí, sucedieron los meses hasta que ella se nos cruzó en una casa de lenocinio.  Nuestros egos se citaron en duelo. Él y su destreza con la esgrima acabaron con mi oreja. Todo se tiñó de rojo. Rojo burdel, rojo como mi pelo, como su ira.

Para la web Esta noche te cuento. Podéis verlo AQUI

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